Los españoles, temerosos de la gran cantidad de combatientes, ofrecieron sus votos ante la Virgen de la Antigua.
Francisco López de Gómara, cronista de indias, Historia General de Indias (Cap.LVIII).
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Escudo de armas de Santa
María la Antigua del Darién. |
El regimiento se trasladó a Darién, donde los esperaba el cacique Cémaco, junto con 500 combatientes prestos a la batalla. Los indios comarcanos estuvieron quedos al principio, mirando aquella nueva gente; mas como vieron edificar sin licencia en su propia tierra, enojáronse; y así, Cemaco, señor de allí, sacó de su pueblo el oro, ropa y cosas que valían algo, metiólo en un cañaveral espeso, púsose con hasta quinientos hombres bien armados a su manera en un cerrillo, y de allí amenazaban los extranjeros, encarando las flechas y diciendo que no consentiría advenedizos en su tierra o los mataría.
Fernández de Enciso ordenó sus cien españoles, tomóles juramento que no huirían, prometió enviar cierta plata y oro a la Antigua de Sevilla, si alcanzaba victoria, y hacer un templo a Nuestra Señora de la casa del cacique, y llamar al pueblo Santa María del Antigua.
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