Dejad ¡Oh Ser Supremo! que el Istmo siempre viva, con el trabajo honrado y la virtud por guía, que no sea su esperanza, cual sombra fugitiva, ni su soñada gloria como la flor de un día.
Amelia Denis de Icaza.
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Junta Patriótica Revolucionaria de Colón |
Desde la pequeña altura en donde estábamos, podíamos distinguir como depositaban las grúas en las bodegas del buque ‘Orinoco’, las últimas municiones y algunos equipajes de los soldados. El trabajo de embarque terminó cerca de las seis de la tarde. Oscurecía cuando el vapor soltó sus amarras; y salió rumbo a Cartagena. ¡Ahora sí es una realidad la República de Panamá!, le dijo Juan Antonio Henríquez a José Edgardo Lefevre, reuniéndose con los patriotas Porfirio Meléndez, Orondaste Martínez, y demás en el Hotel Washington. Atrás quedaron los momentos de tensión, entre la tropa del batallón Tiradores al mando del Coronel Torres, quien amenazaba, y el desembarco de marines del buque de guerra Nashville, cuyo jefe el teniente Witzel, recibió expresas ordenes; desalojarlos.
Colón celebra, sus luces festivas anuncian un nuevo amanecer, apenas empezaba la construcción de una ciudad en el Atlántico.
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